“FIREBACK” CON RICHARD HARRISON, EL HOMBRE QUE DIJO NO A LEONE

Es hora de catalogar. Uno de los motivos por los que abrí este blog hace varios años es hablar sobre viejas cintas en vhs que en algún momento se habían cruzado con mi mirada en aquellas estanterías repletas de los videoclubs de la década de los ochenta y noventa. Las cintas, que poco a poco fui recopilando en mercadillos digitales y subastas de pujas de decenas de céntimos, se han acumulado hasta el día de hoy en mi estantería en una montaña que prácticamente llega al techo. El polvo del tiempo y el olvido de aquellos videoclubs de ciudades como Málaga, Albacete o Alicante vuela hoy entre  cajas grandes (cuanto más grandes mejor) que duermen en mi hogar. No sé si el polvo desaparecerá, pero estas palabras seguramente harán que las recordemos.

Miénteme carátula, miénteme

“Fireback” (1983) es una de las cinco películas que el actor norteamericano Richard Harrison protagonizó en Filipinas. Dirigida por Teddy Page (alias Tedd Hemingway y Teddy Chiu), es una mixtura de varios de los xploits que se destilaban a principios de los ochenta. Como buena carátula de videoclub que se precie de aquella época, contiene los suficientes elementos para llamar nuestra atención: un ninja, una explosión, un arma de fuego demoledora, una pelea de kung-fu, una persecución de coches, una mujer en camisón aparentemente muerta y… un intento de asesinato con un paraguas. Y por supuesto, la figura de Harrison. Algunas de estas promesas aparecen en el filme, aunque no en la medida que el cartel avanza. Este es uno de los grandes alicientes de tener estas películas originales en vhs: disfrutar de sus espectaculares carátulas para luego hacer el juego de las siete diferencias viendo el filme. ¡Falta el helicóptero!

Esta edición en vhs -cortesía de la casa IRMS- comienza con el propio tráiler que se convierte en una extensión de la carátula, haciendo énfasis en consiguir que tus ojos se abran como platos con Omega, una revolucionaria arma bélica capaz de matar con gran precisión, de forma violenta y en condiciones adversas como en la noche oscura. Nada más comenzar la trama, Harrison, que supuestamente se encuentra en la guerra (¿del Vietnam?), enseña este novedoso prototipo de metralleta a su comando. Unos rebeldes irrumpen en el descampado arenoso y se produce un tiroteo bien resuelto; Harrison cae herido y acaba en el hospital. Hasta aquí Omega.

Toques de giallo y plagio a “Acorralado”

Harrison regresa a casa, pero lo que más deseaba encontrar no está, su mujer ha desaparecido. En este momento, se inicia una búsqueda desesperada por una ciudad inconcreta de los EEUU a modo de thriller de investigación que lleva a Harrison a diferentes bares y prostíbulos, filmados a modo de thriller rural, en secuencias nocturnas que tienen el brío habitual de las cintas de Teddy Page. Rubias “de segunda”, malos con manos doradas y dedos en forma de cuchillos, Jim Gaines sin camiseta y un grupo de policías encerrados en una habitación decorada como una oficina que especulan sobre Harrison a medida que las muertes se van sumando. Teddy Page dirige con solvencia las torpes secuencias de acción, lanza zooms en los momentos adecuados y maneja el ritmo del filme, que a pesar de tratarse del típico ultralow-budget philipino trash movie, se sotiene bastante bien salvo alguna laguna provocada por el aleatorio guion: “tú mujer está en esa casa”, “has de ver a tal persona”, Harrison monta en coche y aparece con un rifle y chaqueta militar en una nave industrial.

La película contiene varias secuencias que me han sorprendido por su tono onírico y ambiente cercano al giallo italiano. Un hombre cuyo rostro siempre está tapado por algún objeto del decorado habla sobre la mujer que ama y que no le hace caso por mucho que éste la agasaja con regalos, sorpresas y cariño. Posteriormente, vemos como esta mujer entra en la piscina, la cruza nadando como una sirena y al salir, el hombre cuyo rostro no vemos se acerca y le hace un regalo, ella le rechaza en un par de ocasiones. En un tercer intento, cuando parece que finalmente la mujer ha cedido, tira al agua a su pretendiente. El tono de las secuencias es diurno, más cálido y suena una dulce y ambigua melodía que nos recuerda a las partituras de Morricone para algunos giallos como “La tarántula del vientre negro” (Paolo Cavara, 1971). Esta secuencia se repite cuando Harrison llega a su casa y su esposa no está. La mujer entra a la piscina, la cruza nadando, sale del agua, se tumba y Harrison llega para hacerle el amor. Recuerdos de un esposo obsesionado. Este juego de repeticiones toma sentido cuando al final descubrimos que Bruce Baron, el malo de la película, ha secuestrado a la mujer que también amaba y que Richard Harrison le arrebató en el pasado.

El final de la peli lleva a Harrison a una situación límite que fusila “Acorralado” (Ted Kotcheff, 1982). Diferentes grupos de malos y la policía persiguen a Harrison en una selva que poco tiene de norteamericana y mucho de filipina. Un final que nos regala varios tiroteos nocturnos e incluso una secuencia en la que Harrison extrae, fuera de campo, una bala incrustada en su brazo con el calor de su cuchillo ardiendo. Richard Harrison en modo Rambo.

El hombre que dijo NO a Leone

Harrison ha sido siempre un actor que se ha movido entre la serie B europea de los sesenta y setenta y la serie Z más casposa de subproductos, sólo aptos para mercenarios. Como muchos actores norteamericanos aterrizó en Italia en los sesenta para trabajar en el floreciente cine europeo que gracias a la política de coproducciones entre diferentes países (Italia, España, Alemania, Francia) generaba infinidad de filmes de género que abarcaba desde el péplum, el spaghetti western, el bélico o las eurospy movies o imitaciones del universo James Bond. Tras realizar varias cintas de gladiadores y algún western en Italia, Sergio Leone puso sus ojos en él para protagonizar “Por un puñado de dólares” (1964). Leone que tan sólo había dirigido “El coloso de Rodas” (1961), era un director totalmente desconocido. Richard Harrison preguntó a su agente si el guion era bueno y éste le dijo que no mucho. Leone insistió y persiguió a Harrison para convencerle de que aceptara. Cuando el joven actor tuvo que decidir si protagonizar la que hoy en día es una de las películas clave del western o la otra película que tenía sobre la mesa lo tuvo claro: en la otra pagaban más. Instantes después, el agente de casting le pidió consejo a Harrison acerca de los tres nombres que barajaban tras su rechazo y este no dudó: elegid a Clint Eastwood.

EL TESORO DE CORAL BISTUER

Intento ver desde mi ventana el mar. Es imposible. Cierto es que no está lejos, amén que si no fuera por el edificio abandonado que se impone ante mi balcón vería las olas acercarse a mi sofá. Querría haber escrito este artículo en verano, recién llegado de la playa, recién soñado el sueño. La luz, las barreras, las roturas, los huesos colgados de las farolas. Todas estas cosas me han impedido dar fe de ello. En la playa semienterrada he visto una pierna que apuntaba al sol, o quizás era un gran rayo de sol el que apuntaba al dedo gordo del pie. Un pie esbelto, atlético, de uñas pintadas de rojo, femme fatale que se derrite como un cubito de hielo en el desierto de Túnez. Esa pierna ha golpeado innumerables rivales, ha pisado la lona y ha subido infinidad de aviones recorriendo ciudades olímpicas y pueblos orientales.

El tesoro que durante años he buscado en viejas estanterías de videoclub, en polvorientas mantas de mercadillos cerca del río, en frías mañanas de invierno, en olvidados torrents de alejados y dormidos seeders, está ahí, removido por la arena aún húmeda. Lo baña el mar y lo moldea el rastrillo de plástico de un niño panameño. Mar de corales, clones de Bruce Lee, cinturones negros en kimonos blancos, rojo sobre blanco, antenas en montañas, cada jueves, cada semana.

La televisión privada cambió mi vida. Y tener un televisor en mi cuarto me hizo totalmente independiente. Nada que negociar, todo por disfrutar. De esta manera, con un mando en la mano y tumbado en la cama descubrí los infinitos mundos de Telecinco y el 

5632209086_61a0284c59_zrancio sotanismo de Antena 3. Telecinco era moderna y atrevida: grandes estrenos cinematográficos trozeados por miles de anuncios, programas eróticos, cine S, Emilio Aragón, Rafaella Carrá, Jesús Gil y…mucha pizza y spaghetti. Parece que en Italia llevaban décadas en una interminable orgía y nosotros simplemente habíamos esfumado ligeramente a la adorable Fedra Llorente en alguna comedia de Mariano Ozores. Había por tanto jamón a doquier, y eso, pues nos gustaba: Xuxa, las Mamachicho, Loreto Valverde y alguna más que ahora no recuerdo el nombre ni la granja de adopción.

Pero…y ¿Antena 3?

Antena 3 era mi favorita, sin duda. Rancia, desfasada, antigua, vieja, conservadora, añeja.. Adjetivos y características negativos para un canal nuevo que pretendía competir con toda la ley con las luces de neón y la carne tersa de Berlusconi.

Características definitorias que no pueden más que llamar mi atención y conquistar mi corazón.

El canal era, algo así como el Museo de Cera combinado con la más pura expresión de la radio con imágenes. Maravillas como Simplemente Mayra; un piano en un decorado triste y decadente, las letras del programa en neón, y Mayra Gómez Kemp entrevistando a viejos amigos en un tono intimista y cercano. Muy dulce. Los sábados por la tarde coral-bistuer-12042014maratón de cine con Carlos Pumares en la versión televisiva de su mítico programa de radio “Polvo de Estrellas”. Magazines matutinos como De tú a tú, joyas dedicadas al cine de terror como “Noche de lobos” (programa que ya catalogué en su momento) la Clave con José Luís Balbín, el nacimiento de Chiquito de la Calzada en Genio y Figura…

Todo siempre en un tono muy oscuro y melancólico, decorados prácticamente vacíos, grandes planos generales. Siempre sentí una gran ternura por esos programas, por esos tonos agridulces que inundaban mi cuarto. Total, si habíamos estado tantos años bajo sombras aragonesas y a la luz de las velas, Antena 3 era zumo de España, luz de neón con tintes de membrillo, aceite refinado de vacaciones en Extremadura, flecha con fuego que ilumina montañas. Pobre criatura, también tiene derecho. Principios de los noventa.

Uno de los más psicotrónicos ejemplos del nuevo canal fue sin duda “Cinturón negro” presentado por la musa del Taekwondo, Coral Bistuer. El programa era un invento de lo más sólido: Coral Bistuer sentada en su sofá sobre un fondo negro presentaba diversas exhibiciones de las más variadas y antiguas artes marciales. Sobre un tatami aparecían respetados maestros nacionales, los representantes de la revista Dojo, campeones mundiales de kárate, grupos de niños en plan Kung Fu Kids y la joya de la corona: la visita de la realeza marcial, el gran Chuck. Tras la exhibición o antes de la exhibición, según se les antojase a los guionistas aquella tarde, Coral tenía la responsabilidad de presentar la película de la semana, que acostumbraba a ser un perfecto ejemplo de lo que significa estar descatalogada: una cinta de vídeo doblada al castellano en cualquier suburbio de Tarragona. Así, de esta manera pudimos disfrutar y sufrir productos como El samurai negro con Jim Kelly o la joya sobre la que hace rato quiero escribir: El tesoro de Bruce Lee

Coral Bistuer es un curioso personaje de la cultura española de principios de la década de los noventa. Madame por excelencia de las artes marciales representa el espíritu eterno teenager de Karate Kid. Con una medalla de oro conquistada en Barcelona 92´ elevó el status de las artes marciales al pedestal de victoria nacional. Y si, era una mujer. La bata deshilachada que todas las madres españolas llevaban con diferente encanto y no siempre por deseo se transformó en un blanco y limpio kimono lavado con Norit. De casa salía un borreguito y en el tatami aparecía el tigre. Nunca más un hombre volverá a abusar de nosotras, jamás habrá otro señor con bigote y barriga que nos humille ni maltrate. Todas tenemos el espíritu de Coral, del mar y de Bruce Lee.

¿Ese es el tesoro de Coral Bistuer? Mientras en Telecinco para ganarse el sueldo hay que lucir piernota con media de rejilla y escote infinito en Anena 3 apuestan por la lucha y la garra. Apuestan por el oro líquido que se desliza por los rubios cabellos de Coral. La medalla derretida cubre su cuerpo antes de que James Bond la descubra. Tras cada patada en el tatami soñamos hasta donde llegarán sus piernas. Tras cada saludo al rival 

TREASURE-OF-BRUCE-LEE-AND-BIG-RASCAL-DOUBLE-FEATUREnos esforzamos por adivinar su escote, pero esto son las artes marciales, lucha noble y milenaria. Queremos robarle el cinturón negro y ver que se esconde tras su inmaculado traje de lucha. Límpio y blanco que no empaña. Sentada, mueve la cabeza mientras su bronca voz pero de tonos caramelizados nos instruye sobre el arte marcial. Por un momento hubiéramos preferido verla en Telecinco, con una minifalda y un generoso escote. Pero no podemos; su uniforme es más bien el de la institutriz Wellington, cuidadora de príncipes galeses. La sobriedad y la coherencia son más dignas que cualquier deseo adolescente que se pueda esconder tras un televisor a color de catorce pulgadas. Esa era la grandeza de Antena 3. Mujeres bellas y fuertes al servicio de la televisión privada, desnudas o bien tapadas.

La emoción ante aquel vendaval de cintas de arte marciales hacía que siempre estuviera frente al reproductor de vídeo dispuesto a inmortalizar para siempre aquellas roñosas imágenes. A medida que avanzaba el metraje, la verdad, siempre tan poderosa, relucía entre patadas y zooms: eran insufribles. El tesoro de Bruce Lee anunciaba la alquimia del combate cuerpo a cuerpo: Bruce Lee, tesoros, aventuras, amores, batallas ancestrales…pero mi único hallazgo era campos de tierra, golpes furiosos al aire y Bruce Lee no aparecía, ni tan solo mencionaban su nombre. Decidí borrarla. Aquella cinta de vídeo sufrió una repentina maldición que hacía que todas las películas que grababa acabasen siendo borradas una y otra vez, una y otra vez. Cada vez que volvía a regrabarla, tras el fin de cada película aparecía el mismo plano: Bruce Le, el mejor clon del auténtico Bruce Lee recogía de manos de su rival muerto, un libro que acariciaba en sus manos. A continuación la cámara volaba hacia los cielos hasta dejar a Le pequeño, en el campo con música de spaghetti western.

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La nostalgia y mi afán de catalogador me alertó sobre esta gran injusticia. ¿Había sido capaz de borrar esa joya que con tanto amor Coral me regaló? Sí, fui capaz, pero no he sido capaz de olvidarla. Por fin me decidí a comprar The Treasure of Bruce Lee en una copia americana que llegó en avión desde algún lugar de Boston, Massachucetts. Y hay mucho campo, mucha tierra, muchas patadas al aire adornadas con golpes de ruido ventoso. Filmada en Cinemacospe y adaptada a 4/3 para televisión, tras ser otra vez reproducida en un televisor panorámico casi la mitad de la peli muestra encuadres más parecidos a una puesta en escena de arte y ensayo: planos con dos personajes situados en cada extremo del encuadre, la cámara decide reencuadrar en el centro, oímos sus voces en un inglés de Hong Kong y únicamente vemos sus brazos moverse y entrar en cuadro de vez en cuando. Japoneses contra chinos, kung fu contra samurais voladores, katanas y harakiris femeninos, un explosivo cocktail que a medida que avanzaba me ha seducido más.

¿Y el tesoro de Coral Bistuer? ¿Cuál es? Escondido tras el logo de Antena 3, vuelve a mis sueños de siestas playeras. Fue este verano, semienterrado en la arena, tapado con gafas de sol.

 

 

DIOS BENDIGA A LA CANNON PARTE II: MIS 20 FAVORITAS (5)

Ahí van las últimas cuatro pelis de mis veinte favoritas de la Cannon. Ahora que quedan pocos títulos por seleccionar veo que hay varios que me gustan bastante y que quedan fuera de la lista…habrá que buscar alguna excusa para hablar de esas pelis ¿no?

Los centinelas (Dangerously Close, 1986) de Albert Pyun

Albert Pyun es algo más que el director de Cyborg. Podríamos decir que no mucho más, pero si que es el responsable de esta peliculita que descubrí hace no mucho tiempo y a la que ya tengo el cariño suficiente para incluirla en esta lista. ¿Por qué no?

Los centinelas es totalmente Cannon en su esencia más íntima: quiere ser una película moderna. Como muchas de las cintas de la productora, explota lo último de una maneradangerously_close_poster_01 tan voraz, que todo lo moderno toma forma de un residuo que se va diluyendo en pocos minutos mientras va pasando de moda. El póster de Los Centinelas ya da muchas pistas sobre las intenciones de sus responsables: el título original mola un montón, “Dangeroulsy Close”, mucho más atractivo que la traducción al castellano. Título enmarcado en luces de neón rosa tan típicas de los años ochenta. Varios personajes con look post-punk y miradas retadoras, un arma de fuego y el resaltado en letras bien mayúsculas de los autores de la banda sonora: Robert Palmer, Depeche Mode, Fine Young Cannibals, etc…

Muchas canciones, mucho neón, iluminación con destellos azules, mucha agua y niebla muy al estilo de la foto de las películas de los hermanos Scott; ambiente de instituto y un mix narrativo muy en la onda del universo Cannon: justicieros o “vigilantes”y juegos de caza al hombre, coctel aderezado con un poco de amor y amistad. Todo queda en casa, todo queda en el instituto; ese lugar que nunca quieres abandonar. Seguir dirigiendo el diario del colegio y conseguir por fin quitarle la novia al chico de moda.

La dirección de Pyun intenta desmarcarse siempre que puede con alguna planificación arriesgada y moderna pero no deja de ser funcional y, vista hoy en día, no parece más que televisiva. ¡Viva el neón y viva John Stockwell!

 

Unos policías violentos (Under Cover, 1987) de John Stockwell

John Stockwell se hizo un hueco en aquella época en el seno de la Cannon. Tras participar como secundario juvenil en algunos hits de los ochenta como Top Gun o Christine y entrar en el universo Golan-Globus inició su carrera como realizador con esta pequeña cinta policíaca. Under Cover, traducida aquí como “Policías violentos” tiene uno de MV5BMTQ1NDk5OTQ2NV5BMl5BanBnXkFtZTcwNDE3NTUxMQ@@._V1_SX214_AL_aquellos míticos pósters que pueblan mi “memoria cannonística” asociada al videoclub del barrio, el mítico Rocho.

La trama es bastante sencilla y contiene de nuevo infinidad de elementos recurrentes en el universo de la productora. El instituto y sus alocados estudiantes vuelve a ser el escenario junto a una trama de venganza personal por parte de un policía que quiere descubrir la verdad sobre la muerte de su mejor amigo, policía encubierto en dicho instituto. A partir de aquí la cinta se desarrolla mediante una serie de situaciones que ponen continuamente en peligro al personaje interpretado por David Neidorf en diferentes situaciones: en el equipo de fútbol, en las noches de juerga y en general en todo el imaginario del cine de institutos. ¿Por qué mola Under Cover? Por su decadente y nostálgico ambiente de Carolina del Sur, por la elección de algunos bares totalmente deep usa donde se comen ostras y se bebe cerveza y sobre todo por la presencia de una joven y membrilleante (en referencia al movimiento de un membrillo dulce) Jennifer Jason Leigh que se adueña de la cinta en cada secuencia en la que aparece. ¡Ah! John Stockwell dirige de forma correcta, en perfecta línea Cannon.

 

Breakdance (Breakin´, 1984) de Joel Silberg

La relación de la Cannon con el género musical merece un capítulo aparte, que me encantará dedicar, pero la esencia se puede resumir perfectamente en la gestión y el 11213__x400_breakin_poster_01espíritu de Breakin´. La Cannon, en su vertiente más xploit de la moda del momento encontró en los bailes ochentenos un pequeño filón de los que sacar tajada con un claro objetivo: ser los primeros y los más modernos. Así, bailes como el breakdance, la salsa, la lambada y o el rap, llegaron a la gran pantalla de la mano de los israelís.

La concepción de Breakin´ es perfecta para explicar esta idea. Cuenta la leyenda que un sobrino de Menahem Golam le dijo a su tío que por las calles los chicos practicaban un nuevo baile llamado breakdance. Inmediatamente Menahem decidió que había que hacer una película sobre ese baile. Así que en menos de dos meses, buscan bailarines, contratan a Joel Silberg, preparan un guión de refritos que bebe sobre todo de Flashdance y clásicos del musical moderno como La fiebre del sábado noche, y en un tiempo record la película está en las salas de cine. Se podría decir que fue Golan quien inventó el breakdance.

La cinta es una xploit delicioso repleto de canciones con una trama sencilla que enfrenta a bailarines al estilo Flashdance con bailarines de la calle, ricos contra pobres; todos con el sueño de triunfar y vivir de su pasión. Algo de amistad y una posible relación amorosa interracial aderezan el combinado.

Breakin’ mola, y con un principio como este mola más. Y el breakdance… ¡está de moda otra vez!

 

La jaula desnuda (Naked Cage, 1986) de Paul Nicholas

No existe género, subgénero o moda xploit a la que no le haya echado el diente la Cannon. El WIP Film (Women in Prision) o género de mujeres encerradas en una cárcel no iba a ser menos. Directores como Jess Franco, Bruno Mattei o algunas producciones de Corman en los setenta pusieron de moda el subgénero en pleno apogeo de la libertad a la hora de mostrar carne (femenina) en las salas de cine. El género consiste en encerrar un 2236__x400_naked_cage_poster_01grupo de mujeres en una cárcel e ir aderezando con los siguientes elementos: desnudos, duchas, lesbianismo, carcelarias ávidas de cuerpos jóvenes, violaciones en grupo,… Un variopinto abanico de situaciones morbosas que hacen las delicias de los espectadores ávidos de emociones fuertes y sobre todo calientes.

Esta WIP film, aunque un tanto tardía y bastante pasada por el filtro Cannon que deja los elementos morbosos en segundo plano, representa un buen ejemplo de dicho género. Además de los típicos elementos, la trama se mezcla con una historia de cine negro y venganza entre dos mujeres, una morena femme fatale y una rubia bondadosas; las dos preciosas, las dos encerradas.

El director, Paul Nicholas, ya sabía en que terreno se movía ya que había dirigido previamente otro filme en el género: Rejas ardientes (Chained Heat, 1983)) con la maravillosa Linda Blair. Porque si el género carcelario mola, el carcelario femenino también.

DIOS BENDIGA A LA CANNON PARTE II: MIS 20 FAVORITAS (4)

Avanzamos un poquito más en la lista con mis veinte favoritas de la Cannon. En esta ocasión dos clásicos con Norris, la última cinta de Bronson y un tour de force de acción con Dudikoff y James. ¡Échales un galgo y ves tras ellas!

Braddock: Desaparecido en combate 3 (Braddock: Missing in Action 3, 1988) de Aaron Norris.

El principio de Braddock me encanta, siempre lo ha hecho. Ya desde la primera vez que lo vi siendo pequeño me impresionó la cruda recreación de la caída de Saigón, el abandono de la ciudad, el conflicto por parte de las tropas americanas, pero sobretodo, el drama que subyace en la (aparente) violenta muerte de Lyn Braddock. Y es que cuando de pequeño ves a un mito como Chuck sufrir un impacto emocional de ese tipo, uno comprende por qué no hay más remedio que disparar sin preguntar, que golpear sin pestañear.

Con el influjo de la bonita melodía y de las emocionantes letras del tema Freedom Again de Ron Bloom, asistimos a la odisea de Chuck por recuperar a su mujer mientras el kaos se apodera de Saigón y de la embajada norteamericana, la guerra llega a su fin y el amor Braddock_Missing_In_Action_3_1988_Poster_0001-MasterNorris_comespera salvación. Lyn Braddock prepara las maletas y su pasaporte para acceder a la zona protegida, una amiga de este le roba una pulsera que Chuck regaló a su mujer. Una bomba cae en el edificio destrozándolo todo. Chuck encuentra un cadáver calcinado y por tanto en su muñeca: la pulsera, el símbolo de su unión. Paralelamente Lyn pierde su pasaporte y nunca conseguirá abandonar el país. Chuck coge el último helicóptero tras ser herido por un disparo. “Freedom again” con el corazón roto.

Este pasaje está filmado con aparentes medios y con emotiva eficacia, lo que confiere a la cinta un tono más épico y dramático, Cannon/Norris de autor. El drama folletinesco avanza cuando un cura residente en Vietnam de visita en Washington comunica a Chuck que su mujer, Lyn Braddocksigue sigue viva, y ahí no acaba la fiesta…¡tiene un hijo de trece años! Chuck incrédulo rechaza tal noticia en un principio hasta que no tiene más remedio que aceptarla. ¿Consecuencia? Otra vez a Vietnam, otra vez a liarla, pero esta vez por amor. No hay mejor motivo para reemprender una guerra.

El héroe y el terror (Hero and the Terror, 1987) de William Tannen.

he posterAdjunto el texto y el link sobre la película que escribí en el especial sobre Steve James. Este es un divertido y efectivo policíaco con un Chuck maduro y depilado, futuro papá que se enfrenta al hombre del saco, al psicópata más terrible que acecha en sus pesadillas. Lo más interesante del filme es el cruce entre thriller de acción al servicio de Chuck con elementos de cine de terror y psychokillers de finales de los ochenta, todo esto ambientado en una localización y una trama que remite al mito de El fantasma de la ópera.

https://descatalogadoestoy.wordpress.com/2013/12/16/20-anos-sin-steve-james-parte-2-secundario-de-color-a-sueldo-para-la-cannon/

Kinjite: Prohibido en occidente (Kinjite: Forbbiden Subjects, 1988) de J. Lee Thompson

Kinjite es una de las últimas películas protagonizadas por Bronson para la Cannon. Bastante entrado en años pero con una fuerza y una mala leche bastante notables. Bronson encarga en esta cinta a un policía de Los Ángeles de vuelta de todo y totalmente enfadado con el mundo. Dispuesto a terminar el solo con la corrupción y el vicio que reinan en Hollywood. Su personaje es un derivado con placa de muchos de sus personajes kinjite-poster-324x440para la Cannon como el de La ley de Murphy y en especial el del vigilante Paul Kersey .
Convertido en todo un viejo cascarrabias, la toma con un todopoderoso corruptor y proxeneta de menores llevando hasta límites insospechados su particular forma de impartir justicia y aplicar la ley. La aparición de una familia de japoneses que vienen a vivir a Los Ángeles, dinamita la trama cuando confluyen sus respectivas historias: por una parte el padre de familia japonés, reprimido sexualmente “molesta” a la hija de Bronson y como después éste mismo, totalmente airado es obligado a investigar la desaparición de la hija del japonés, secuestrada por el proxeneta. Todo muy Cannon, todo muy cerradito.

Una de las secuencias más interesantes de la cinta, es la que muestra al rancio y moralista Bronson intentando hacer entrar en razón a una chica que vive sometida al proxeneta. Esta le confiesa orgullosa que le gusta la vida que lleva y que se habría acabado drogando igualmente. Es feliz siendo prostituta. Bronson no tiene más remedio que aceptar que el mundo es como es y él solo no podrá salvarlo si este no quiere ser salvado.

La fuerza de la venganza (Avenging Force, 1986) de Sam Firstenberg

avenging_force_poster_02Michael Dudikoff y Steve James juntos de nuevo más allá de sus aventuras de ninjas americanos. Esta cinta es una de las mejores películas de acción de la productora con muchos elementos interesantes, violencia a raudales y una ambientación y atmósferas excelentes. Adjunto el pequeño análisis que escribí hace tiempo con motivo del especial sobre el fallecido Steve James.

Un auténtico clásico del cine de acción de los ochenta.

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DIOS BENIDGA A LA CANNON PARTE II: MIS 20 FAOVRITAS (3)

Cuatro títulos más, indiscutiblemente míticos dentro de la lista de mis 20 películas favoritas. Copas de vino, cigarros, patadas, lanzallamas, estrellas Ninja, el universo de la Cannon que parte de su reluciente logo azulado.

Corrientes de amor (Love Streams, 1984) de John Cassavetes

Se erizan los pelos de mis brazos (y no son pocos) únicamente al escribir el nombre de John Cassavetes, y que sea a través de un artículo dedicado a la productora Cannon hace que directamente se rizen en una permanente eterna y duradera. Tan duradera como el impacto que cada una de las películas de este director deja tras su visionado. No haber love_streams_1984postervisto una película de Cassavetes es un moderado delito y una bendita suerte, la oportunidad de plantarte ante el universo de John y por extensión de Gena no es más que un privilegio.

The Last but not the Least. Love Streams es la última pero no la peor de sus películas como director. Cuando un director como Cassavetes, independiente por naturaleza y por obligación, se enfrentaba a los duros y mainstream ochentas y cuando producir una de sus películas era una odisea enorme, aparecieron los dos primos israelís. Cassavetes, visiblemente enfermo y en una aparente decadencia física encontró en la Cannon el amparo para realizar su último tour de force. Love Streams es una película pequeña, cuya dimensión es prácticamente infinita. A pesar de ser una de sus obras más tristes y decadentes, en la que sus personajes se ven abocados al desamparo más aparente; de sus profundidades nacen los visos de ilusión y de luz más gratificantes de la filmografía del director norteamericano.

La historia del personaje interpretado por Cassavetes, un escritor decadente que prepara su nueva obra a partir del testimonio de las múltiples mujeres que rodean su vida, no hace más que resaltar el vacío y la soledad a la que se enfrenta el ser humano y el artista en sus últimos momentos. La luz, el amor, invade la vida de John cuando su hijo y su hermana aparecen en su vida para complicarla más aún. Cassavetes, un director al que siempre se le clasifica en el apartado de director hiperrealista asociado a recursos técnicos como la cámara en mano, la dirección de actores al límite, arriesga en cambio en esta ocasión con recursos narrativos y técnicos extraídos de otros formatos. Desde secuencias oníricas en la línea de los apuntes que ya aparecían en Opening Night (1977) hasta iluminaciones nocturnas expresionistas que acercan el filme a registros más lúgubres y terroríficos.

¿Y Gena? Gena condensa en su papel todos y cada uno de sus registros en sus anteriores filmes interpretados para su marido, de Mabel a Myrtle pasando por Minnie.

El guerreo americano (American Ninja, 1985) de Sam Firstenberg

13501__x400_american_ninja_1_poster_01Adjunto en el post el comentario que ya hice sobre American Ninja en relación al especial sobre Steve James. Tan solo añadir que sin duda es la cinta más representativa sobre ninjas y destacar su impresionante póster y también cuenta con la presencia del siempre divertido Steve James.

 

https://descatalogadoestoy.wordpress.com/2013/12/16/20-anos-sin-steve-james-parte-2-secundario-de-color-a-sueldo-para-la-cannon/

Cyborg (1989) de Albert Pyun

Cyborg es una de mis pelis favoritas de la Cannon y también de Van Damme. Una auténtica joya. Eso si la primera sensación que me transmitió el visionado de Cyborg fue desconcierto. Van Damme en un mundo postapocalíptico extraído de Mad Max- Salvajes 13504__x400_cyborg_poster_01de la autopista (Mad Max, 1979, George Miller). El mundo está cerca del Apocalipsis y su salvación depende de Van Damme y de llevar a Atlanta una científica que guarda un secreto valiosísimo.

La trama no deja de ser una road movie combinada con la típica cinta de persecución repleta de influencias/copias de Terminator y todo el universo generado a partir de la saga Mad Max. Con unos efectos especiales algo rudimentarios, la cinta basa su éxito en la atmósfera de terror gracias a unos decorados industriales y desérticos que sumados a la lluvia constante y la música de sintetizador hace de ella una película diferente.

Cyborg es un xploit tardío al estilo El exterminador de la carretera (Il giusticiere della strada, 1983, Giuliano Carnimeo) con un malo malísimo que desprende terror cada vez que enseña sus ojos brillantemente azules y que tiene unas secuencias de lucha impecablemente filmadas por Albert Pyun, director de algunas de las cintas más estrambóticas de la productora.

El exterminador 2 (Exterminator 2, 1984) de Mark Buntzman

El exterminador (1980) era un xploit del subgénero “Vigilante” dirigido por James Glickehaus y que rapidamente se convirtió en una cinta de culto a principios de los ochenta. Con un estilo sórdido cercano al underground, suponía una especia de precuela de Acorralado (1982) al presentar un personaje traumatizado por la Guerra del Vietnam 8560__x400_exterminator_2_poster_01y que a su regreso a Manhattan se encontraba con un mundo tan violento como el vivido en el sudeste asiático. La respuesta era por supuesto el ojo por ojo diente por diente; violencia y justicia callejera en los bajos fondos neoyorquinos. La cinta tiene el honor de añadir a la lista de fetiches armamentísticos, uno de los más espectaculares de la década: el lanzallamas.

El exterminador 2 recoge el personaje interpretado por el gran Robert Ginty y lo hunde en el universo más xploit y puro de la Cannon de la mitad de la década. Un cruce entre El justiciero de la noche (1985) y El exterminador: Robert Ginty se enamora de una bailarina y una pandilla de delincuentes disfrazados de punkies postapocalípticos y liderados por un musculoso y pasado de rosca Mario Van Peebles, tras enfadarse con Ginty arremeten contra su novia y la dejan paralítica. Paralelamente el exterminador ha vuelto a las calles a limpiar la ciudad; el resto es totalmente imaginable… Si te gusta la Cannon esto es canela en rama. El sonido del lanzallamas, el look de Van Peebles y los escenarios del Bronx totalmente en ruinas son una gozada. Fiesta popular en tu sala de estar.

DIOS BENDIGA A LA CANNON PARTE II: MIS 20 FAVORITAS (2)

 

Seguimos avanzando en la lista de mis veinte películas de la productora Cannon Films, en esta ocasión con cuatro cintas producidas en el año 1987. Qué gran año ¿no?

EL BORRACHO (Barfly, 1987) de Barbet Schroeder

Cuando Charles Bukowski se encontró con Mickey Rourke. Cuando la Cannon se emborrachaba de gloria y no solamente facturaban productos rentables a destajo sino también bordeaba el cine “serio” o directamente producían cine de culto. En esta obra confluyen varios factores que hacen de Barfly una película muy especial. Primero el guión está escrito por Bukowski, un autor underground y de culto cuya relación con el cine siempre ha sido esquiva por no decir irreconciliable. Pocas veces adaptado y de manera barfly_ver2_xlgun tanto irregular, Barfly es la única adaptación “apadrinada” y de la que el escritor norteamericano se siente orgulloso. Por otra parte la interpretación de Rourke: extrema, exagerada, cómica, ingenua, profunda y sobretodo apasionada. Este papl se da en el momento más álgido de su carrera y supone el inicio de su decadencia a través de una serie de papeles cada vez más arriesgados, más extremos, más personales y más alejados del mainstream hollywoodiense.

Barfly es una película un tanto encorsetada en su forma; encerrada prácticamente toda ella entre las cuatro paredes de un bar o en el sucio apartamento en el que reside, bebe, escribe y ama Henry Chinasky. Sus imágenes transmiten el ambiente de decadencia, soledad y amargura de las obras de Bukowski. La buena dirección de actores de Schroeder y sobretodo el trabajo en la luz de Robby Müller elevan esta película sobre el resto de la filmografía de la Cannon. La intensa luz angelina contrasta con la sombría luz amarilla del interior de los bares. Las peleas, las sucias paredes, la sangre que brota de la desencajada mandíbula de Chinasky.
Ver El borracho cuando uno nunca ha probado el alcohol y verla cuando el alcohol forma parte de más del 50% del volumen de tu riego sanguíneo. Mirar a tu lado en la barra del bar y ver a Wanda, cerrar los ojos y al abrirlos estar bebiendo otra botella de vino en el sofá de cualquier apartamento. ¡Por mis amigos y mis amigas!


EL REPORTERO DE LA CALLE 42 (Street Smart, 1987) de Jerry Schatzberg

Street Smart también forma del grupo de películas “de culto” de la Cannon. El año 1987 es uno de los más concurridos de la productora, con una interminable lista de producciones que engloban a las grandes estrellas de la casa en aquella época: Van Damme, Bronson, Norris, Stallone…y entre toda esta maraña fílmica se cuelan títulos como el protagonizado por Christopher Reeve. El eterno protagonista de Superman es la figura clave y el motor principal de esta película. Dice la leyenda que cuando la Cannon 21830-275x413estaba preparando la producción de Superman IV: En busca de la paz (Superman IV: The Quest for Peace, 1987, Sidney J. Furie), uno de los mayores disparates de su travesía como productora, Reeve puso como condición para enfundarse de nuevo las mayas azules y la capa roja, protagonizar este thriller dramático sobre un periodista que busca una historia en las sucias y violentas calles de Manhattan en la década de los ochenta.

La trama se basa en una falsa noticia que va tomando forma y creciendo hasta el punto en el que la realidad supera a la ficción y Reeve se ve envuelto en un crimen real. De nuevo las calles de la gran manzana sirven como escenario para otra historia de la Cannon; ésta es una inteligente y espléndida cinta que basa su fuerza en un gran guión y un grupo de actores tan curioso como en plena forma. Además de la lucha de Reeve por demostrar que es mucho más que el gran superhéroe, encontramos a Mimi Rogers y Kathy Baker y sobre todo a un gran Morgan Freeman en uno de sus primeros grandes papeles. Su actuación es sencillamente brillante.

De nuevo la noche y la oscuridad envuelven el universo de la Cannon.

YO SOY LAS JUSTICIA II (Death Wish 4: The Crackdown, 1987) de J. Lee Thompson

La mala suerte acompaña a Paul Kersey allá donde va, y esto arrastra a Charles Bronson a coger su arma y vagabundear por las calles en busca de justicia, en busca de paz. La cuarta entrega de la serie del “vigilante” es sin duda de las más flojas pero para mi también de las más divertidas y reconozco ser adicto a ella.

Lo primero que hace de ella una joya es su título en castellano: Yo soy la justicia II, mi gran amigo Toni Comas sigue preguntándose a quién se le pudo ocurrir un título así. Yo soy la justicia era el título de la segunda parte de la saga; para la cuarta decidieron 539951b977f43_267051brecuperar este emblemático título. Lo segundo que llama la atención es su argumento: decididamente xploit, la mala suerte se ceba en Bronson cuando la hija de su novia, a la que el quiere como a su propia hija, muere por una sobredosis de cocaina. Además de acabar de un plumazo con el camello responsable de la transacción, Bronson, espoleado y financiado por un dolido ricachón, decide terminar con el imperio de la droga en Los Ángeles. Muerto el perro muerta la rabia.

Esta delirante trama nos regala toda una serie de secuencias en las que Bronson tiene que utilizar algo más que una pistola y saca a relucir su inteligencia y dotes de actor para llegar hasta los peces más gordos de la ciudad. Bronson pasa de las armas a los explosivos y de los paseos nocturnos a las fiestas Playboy. Todo para terminar con el imperio de la droga, para terminara con el mal.

Sin duda, uno de las aspectos que condicionan negativamente la cinta es su bajo presupuesto. Aspecto que vemos en las secuencias de acción pero también en otras como la secuencia en la que Bronson entra en las oficinas de los fabricantes de droga. La secuencia filmada en las oficinas de la Cannon muestra las paredes llenas de pósters de sus producciones de la época.

Es una de mis películas de referencia cuando llego algo turbio a casa a altas horas de la noche o bajas horas de la mañana.

CONTACTO SANGRIENTO (Bloodsport, 1987) de Newt Arnold

Un rumor corría por la cancha de basket y por las inmediaciones del videoclub Rocho. Había salido una película en la que el protagonista era tan buen luchador como Bruce Lee, estaba igual de cuadrado que Stallone y además era guapo. Crucé la calle, bola de basket en mano para ver de que se trataba y la carátula ya te hacía intuir que aquello era un material delicado, un asunto marcial serio y prometedor. Dice otra de las leyendas de la Cannon que el jóven Van Damme se presentó ante los dos primos y les dijo algo así como: “Yo soy capaz de hacer esto” y les lanzo una patada colocándoles su pierna en lawpid-bloodsport_poster_011 cara y a continuación se abrió de piernas ante el asombro de los israelís. Días más tarde se fraguaba el rodaje de Bloodsport, la historia real de Fran Dux, el primer luchador blanco en ganar en el Kumite, un torneo de artes marciales prohibido que se realiza en Hong Kong. Bienvenido Jean-Claude.

En aquella cajota VHS del Rocho veíamos varias imágenes, la chica rubia, Bolo Yeung con cara de malo, un tigre y Van Damme con una espada Ninja. Su cara de niño bueno con la ralla al lado hacían dudar de si aquel tipo iba a ser capaz de satisfacer toda la curiosidad que había despertado en mi. Pasaban las semanas y era imposible alquilar Contacto sangriento, la expectación era tal que hasta mi padre sabía de la existencia de la película y tras su intervención por fin la cinta aterrizó en mi comedor. Casi me quedo ciego de las veces que la vi.

Bloodsport es Cannon en puro estado. La trama parece sacada de un videojuego y con unos pocos elementos, construye una trama que pasa de pantalla a pantalla, de pelea en pelea. Hay persecuciones, historias de amor, de amistad, canciones románticas, aperturas de piernas de Van Damme; las peleas mejor filmadas de la década con una serie de adversarios muy divertidos y originales, además del malo malísimo Bolo Yeung. Van Damme esta magnífico en su acostumbrada exhibición de plásticos movimientos de lucha marcial, entre el karate y el ballet. Pero sobre todo encontramos una de las mejores escenas de entrenamiento del cine de acción de la época. ¡Bien por América!

DIOS BENDIGA A LA CANNON PARTE II: MIS 20 FAVORITAS (1)

Está muy de moda hacer listas de películas. Esta es la oportunidad para “mi lista” con las películas de la Cannon que más me llenan de gozo y paz en los momentos más difíciles. Son películas que han marcado momentos significativos tanto en mi tierna infancia como en mi convulsa juventud y que ahora, en la calma y la ansiedad de los días actuales, es hora de catalogarlas. He incluido en la lista películas de las que ya he hablado anteriormente en otros descatalogados; en estas no me he extendido mucho y he optado por el link del artículo en cuestión. El orden no es ni mucho menos de más a menos, sino por orden de aparición en mis recuerdos.

COBRA, EL BRAZO FUERTE DE LA LEY (Cobra, 1986) de George Pan Cosmatos
Cobra tiene el gran honor de ser la primera cinta original en vhs que tuve en mi poder y que pasó a iniciar mi colección. Aquella mañana del día de Reyes el regalo ya no era un juguete, nada de muñecos, juegos de mesa o coches teledirigidos. El cine en doméstico iba a ocupar espacio en una estantería, pidiendo a gritos la compañía de otras cintas, anhelando una colección. Ingenuo de mi, aluciné cuando al introducir la cinta, el 13417__x400_cobra_1986_poster_01 reproductor la ponía en marcha como todas las cintas originales que alquilaba en el videoclub, pero esta ¡era original! Posteriormente descubrí que una pequeña pestañita de plástico obraba el milagro si la arrancaba…

Seguramente Cobra es una de las películas que más veces he visto en mi vida. Supuso una de las grandes apuestas de la productora. Coproducida con Warner Bros, fue la película que más recaudó para la Cannon en un momento en el que Stallone era el actor más taquillero y el mayor “action hero” de la época. Cobra es un policíaco ambientado en San Francisco que combina registros del thriller de acción de los ochenta (poli duro, persecuciones, buddy movies o peli de colegas, diálogos secos, violencia extrema, músculos) con elementos del cine de terror o slasher de la década. Las escenas de asesinatos están dotadas de un aire de cine de terror malsano y son filmadas a cámara lenta, ópticas de ojo de pez y sonido chirriante (uno de los aspectos que más me siguen interesando) En lo que a Sly se refiere, cada una de las actuaciones de Mario Cobretti son antológicas, llenas de frases tan míticas como lapidarias que merecen aplausos cuando son entonadas: “No trato con psicópatas, yo me los cargo” o “El crimen es una plaga, yo soy el remedio”, todas ellas surgidas de la pluma del gran Sly. Junto a él desfiló y lució larga y deportiva figura su mujer de entonces, la sueca Brigitte Nielsen.

DESAPARECIDO EN COMBATE (Missing in Action, 1984) de Joseph hZito

La Odisea de Chuck Norris en su regreso a Vietnam en búsqueda de prisioneros de guerra es una de las películas más míticas y divertidas de la productora. Missing in action pertenece a un subgénero que podríamos denominar Namxploiation o películas cuya trama bélica se sitúa tanto durante la Guerra de Vietnam como años más tarde del conflicto pero en tierras vietnamitas. Apocalypse Now (1979, Francis Ford Coppola), Boinas verdes (The Green Berets, 1968, John Wayne, Ray Kellog), El cazador (The Deer Hunter, 1978, Michael Cimino) y toda la documentación gráfica y televisiva del conflicto,missing_in_action_1_poster_01 son antecedentes de este xploit ochentero que junto a Rambo son las dos cintas de referencia del género y cuyo esquema narrativo inspiró a toneladas de subproductos filmados generalmente en Filipinas: explosiones, metralletas automáticas, helicópteros, héroes musculosos, rescates de prisioneros de guerra, veteranos de guerra y muchos disparos y filipinos cayendo al suelo de mala manera.

Desaparecido en combate originalmente se filmó como la segunda parte de una serie formada por esta y Desparacido en combate 2 (Missing in Action2: The Beginning, 1985, Lance Hool) que mostraba las aventuras del coronel Braddock y sus compañeros durante el tiempo que estuvieron presos en Vietnam. Finalmente los productores decidieron estrenarla en primer lugar.

En esta cinta Chuck fragua su imagen de tipo duro impermeable totalmente obsesionado con las secuelas de la guerra cuya misión es clara y concisa: demostrar que hay prisioneros de guerra en Vitenam y recuperarlos. Armado con un ejército que consta de él y un arsenal de armas se enfrenta a todo y a todos. Desde que vi esta película siempre he querido llevar barba, como Chuck.

EL TREN DEL INFIERNO (Runnaway Train, 1985) de AndreiKonchalovsky

El Tren del infierno es sin lugar a dudas una de las mejores películas producidas desde la Cannon y uno de los títulos que más me impactó. Al verla en un pase por la tele, me dejó simplemente en estado de ¡shock! Inspirada en un viejo guión del maestro japonés Akira Kurosawa, comienza como una película carcelaria en la que dos presos se fugan de una 2013-01-12-runaway-train150ppicárcel de máxima seguridad en Alaska para acabar en un tren desbocado y sin frenos.

El ambiente helado deja transpirar el frío fuera de la pantalla, el ritmo vertiginoso, la violencia extrema y sobre todo la interpretación física y visceral tanto de Jon Voight como de Eric Roberts hacen de esta película todo un clásico.

En la línea de algunos productos anteriores como Caza salvaje (Death Hunt, 1981, Peter Hunt) o El emperador del Norte (Emperorof the North Pole, 1973, Robert Aldrich) que también explotan los instintos más salvajes del ser humano en situaciones límite; siempre frío y nieve como decorados. Las imágenes de El tren del infierno atrapan desde el primer instante por el trepidante ritmo que impone Konchalovsky en su puesta en escena. Al igual que las películas citadas, la trama se acaba resumiendo en un enfrentamiento entre dos hombres cercanos al animal, en una lucha casi ancestral, en una persecución llevada hasta el mismo infierno.

El JUSTICIERO DE LA NOCHE (Death Wish 2, 1985) de MichaelWinner

Ha llegado Charles Bronson a la ciudad. Exactamente al Bronx más degradado de la década de los ochenta: edificios prácticamente en ruinas, bandas de delincuentes organizados con estética punk, la policía totalmente superada que mira hacia otro lado y un vecindario harto de robos, violaciones y asesinatos ante sus ojos que quedan inmunes.
Ante este panorama se enfrenta Paul Kersey, aquel arquitecto pacífico y objetor de DeathWish3conciencia que tras perder a su mujer por asesinato y que su hija fuera violada se transformó en el “vigilante” más demoledor de la historia del cine. Primero las calles de Nueva York en los setenta y posteriormente Los Ángeles fueron testigos de los andares nocturos de Bronson en busca de sucios maleantes, negros y yonkis de baja estofa para ajusticiarlos sin piedad. No pidan clemencia.

En esta ocasión la llamada de un viejo amigo de Bronson le lleva al Bronx donde directamente..¡hay una guerra! Y así se emplea Bronson y su director Michael Winner. El justiciero de la noche es Cannon en estado puro y un disparate de dimensiones bíblicas que lleva al límite los pretextos de moda en el cine de acción de la época: con elementos del cine de venganza, del policíaco, namsploitation al estilo Rambo, del xploit de bandas, del cine postapocalíptico, del subgénero de delincuencia en los institutos…y Bronson repartiendo leña y enfrentándose a todos en un final que parece un filme bélico ametralladora incluida. Sin duda, uno de los desfases más supersónicos de la década. Maravillosa.

DIOS BENDIGA A LA CANNON FILMS PARTE I: UN AÑO DE RECONOCIMIENTOS Y EL DOCUMENTAL DE MARK HARLEY

Dios bendiga a la Cannon, a Menahem Golam y a Yoram Globus. Y Dios bendiga a Mark Hartley que no ha defraudado con su esperado documental sobre la productora Cannon Films.

 Vayamos por partes. Crecer con las películas de la Cannon en sus diferentes formatos y variantes, en salas de cine, mediante alquiler de VHS o a través de esperados pases en Telecino o Antena 3, suponía una refrescante alternativa al manido y repetitivo cine mainstream de nuestra añorada década de los ochenta. Ir al videoclub y tener en tus manos cualquiera de esas enormes cajotas de color blanco era garantía de una hora y media de diversión.  Los conceptos “novedad” y “gran presupuesto” no eran precisamente lo que uno podía esperar del visionado de esas cintas analógicas. Acción, cine directo y sin complejos, sorpresas, emoción y algo que parece que ya puede decir uno hoy en día: un buen puñado de grandes películas.

 La Cannon ha quedado como algo añejo; el recuerdo nostálgico de una generación de treintañeros cuya cinefilia lleva tatuada en el corazón como un recuerdo grabado a fuego. Una almohada a la que abrazar en búsqueda del sueño de un adormilado niño que busca la felicidad, ingenuo ante un vendaval de salvajes y atrevidas imágenes. Por suerte, no solo se trata de una serie de películas de ninjas, patadas de Chuck Norris, bigotes canosos de Charles Bronson o bailes ochentenos pasados de moda. Se trata del esfuerzo, el tesón y el trabajo de dos productores israelíes que dejaron tras de sí una de las más fructíferas y prolíficas carreras cinematográficas jamás vista. Fueron centenares de películas, siempre buscando el éxito comercial, siempre a la caza del anhelo del público del momento, con mejor o menor acierto. Para dejar tras de sí clásicos eternos y cintas memorables pero también despropósitos y absurdos fílmicos difíciles de digerir y cuyo deleite queda para los más atrevidos, aquellos que no tienen miedo de asomarse al abismo de la creación artística. Muere en una sala de cine y revive eternamente en el logo azulado de la Cannon. 

 Pero en algunas ocasiones aparece la justicia poética o cinéfila y diferentes personas parecen ponerse de acuerdo en el tiempo y más o menos en el espacio para rendir homenaje o intentar poner en el sitio que se merece a nombres relativamente olvidados. Este es el caso de la productora Cannon Films que ve este 2015 como varias obras versan sobre sus logros y desaciertos, dejan constancia sobre su curiosa e imprescindible historia.

Se trata de dos documentales, Electric Boogaloo: La loca historia de la Cannon Films (Electric Boogaloo: The Wild, Untold Story of Cannon Films, Mark Hartley, 2014) y The Go-Go Boys: The Inside Story of Cannon Films (Hilla Medalia, 2014) y del libro patrio Cannon Films- El libro (Volumen 1) escrito por el colectivo “La generación del electric_boogaloo_poster_a_p113011videoclub”. Desgraciadamente solo he tenido oportunidad de ver el documental de Mark Hartley, un cineasta especializado en rescatar y abordar cinematografías límite y radicales como el cine de género australiano en Not Quiet Hoollywood: The Wild, Untold Story of Ozploitation (2008) o el realizado sobre los films xploit filmados en Filipinas durante las décadas de los sesenta, setenta y principios de los ochenta Machete Maidens Unleashed! (2010).

 

Al igual que en sus otros dos documentales, Hartley aborda universos cinéfilos y cinéfagos sin prejuicios y de una manera despreocupada y respetuosa a la vez. Dando voz a los propios protagonistas mediante  sus confesiones y gracias a la habilidad del realizador para dotar de energía e interés a las piezas narrativas, los trabajos de Harley se convierten en soberbias obras cuyo frenético ritmo enaltece los muy a menudo irrisorios materiales artísticos sobre los que trabaja, pero que recupera y descubre cineastas y obras olvidadas que merecen ser rescatados del olvido. Cinefilia de culto con estética y narrativa del más moderno documental del momento.

En este caso, el documental sobre la Cannon hace un repaso bastante minucioso sobre las diferentes etapas de la productora y ayuda a entenderl a evolución del cine comercial en su tránsito de los setenta a los ochenta. Pero sobre todo ayuda a conocer la personalidad de sus dos máximos responsables, los productores y primos de origen israelí, Menahem Golan y Yoram Globus. El primero un cineasta y loco del cine y el segundo un avispado hombre de negocios. Juntos tejieron un universo de películas de bajo presupuesto y éxitos efímeros; una ingente cantidad de películas que abordaban infinitos géneros y subgéneros.

Mediante un ritmo endiablado y unas confesiones que muestran la cara más divertida y absurda de la productora hacemos un repaso a aspectos claves sobre la forma de trabajo de la productora: instinto xploit para aprovechar las modas del momento, presupuestos irrisorios, sueños románticos sobre films que una vez rodados ya han pasado de moda, y aires de grandeza que llevaron al declive de la misma. No pretendo analizar los temas que trata el documental, lo mejor es verlo pero si quiero resaltar dos aspectos importantes: el primero es la ausencia de algunos testimonios que ansiábamos tener: el de los propios padres de la productora Golan-Globus y el de algunas de sus más icónicas estrellas como Chuck Norris, Sylvestre Stallone o Jean Claude Van Damme. Y el segundo aspecto es el anáisis que el documental hace de lo que podríamos denomiar “Cannon de culto” en referencia  a las películas que la productora produjo a grandes cineastas que tenían problemas para financiar sus obras o directamente a proyectos imposibles de realizar y que gracias a la productora vieron la luz. Y hablamos de obras de Jean Luc Godard, Robert Altman, John Cassavetes, Andrey Konchalovski, Norman Mailer, Barbet Schroeder, Franco Zeffirelli…

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¿Qué es la Cannon para mi? El momento más emocionante de la tarde de domingo, cuando sobre fondo negro aparece el logo de la Cannon que te invita a entrar en un universo de aventura, acción desmesurada, disparos, puñetazos, ninjas acróbatas, justicieros implacables, bailes efímeros… ¿es posible que esto esté suciendo ante mis ojos? Es el lugar donde viven Bronson y Norris, donde vuelan las patadas de Jean Claude, los pulsos de Sly, las comedias más alocadas y los dramas etílicos de Rourke. Un mundo donde todo es posible y donde los héroes son más duros y los malos más malos, las explosiones más grandes y los coches más rápidos. Con mucha trampa y con mucho cartón. Helado de chocolate y palomitas. Coca cola y horchata. A la vista la isla de Ízaro, en mi mano el mando, a soñar.

KICKBOXING, PACTO CON LA MUERTE: EL REGRESO DE JOHN BARRETT

Mi última pelea con John Barrett me había dejado exhausto, destrozado, listo para sentencia. La derrota siempre es dura, más con un campeón. El dolor físico no siempre es el más duro y difícil de superar; costillas rotas, heridas que se convertirán en eternas cicatrices, articulaciones convertidas en despojos. Nada de eso supera la amarga sensación de la derrota. Para mi consuelo, quedó el hecho de no haber entrenado lo suficiente, me asigné el papel de sparring y el resultado se pudo comprobar allí, tirado sobre el ring. Miraba hacia arriba y veía luces, cuerdas, escuchaba aplausos, ¿o era que se reían de mí? John Barrett me dió la mano, incluso creo que me abrazó y me felicitó. No lo hizo por mi destreza y artes, sino más bien por mi valentía. Y a eso me agarré.
Suena el despertador a las cuatro de la mañana, miro al tejado de enfrente de mi buhardilla y el gallo de mi vecino duerme. Rompo cinco huevos y los engullo sin parpadear. El gallo me mira de reojo como diciendo “eres un pringado, no hagas ruido, me queda una hora de sueño” Y yo pienso: “De estos cinco huevos no saldrán cuatro engreídos como tú”. Efectivamente, él tiene una misión: despertarnos. Y yo tengo otra: conseguir la revancha con John Barrett. Cuando tu cantes y despiertes el día, yo ya habré dado al menos un paso hacia mi objetivo final.


Tras un arduo entrenamiento me enfrento al siguiente nivel: Kickboxer, Pacto con la muerte (To the death, 1993, Darrel Root), con ganas y energía renovada. La carátula promete, John en posición de defensa, un rojo sangre diluido en amarillo amanecer rodea su figura y como primera sorpresa en una figura más reducida la presencia de Michael Quissi Carátula de videole mira de reojo. La sombra de Kickboxer aparece de entrada con la presencia del actor que encarnara al mítico Tong Po. Pero esta cinta es mucho más que un xploit del famoso filme con Jean Claude Van Damme, es un xploit de la figura de Van Damme y de otros de sus seminales títulos; la divertida Lionehart, el luchador (Sheldon Lettich, 1990).
John Barrett decide retirarse llevándose consigo el cinturón de campeón del mundo de kickboxing. Michale Quissi que por primera vez aparece sin maquillaje alguno enfurece, es su máximo enemigo y no soporta la idea de demostrar que puede vencerle. Le amenaza de muerte y le increpa. Quiere ser el campeón, pero quiere serlo venciendo a John Barrett. ¿Existe alguna muestra de honor y deportividad más auténtica que esta? Barrett no quiere saber nada, únicamente desea ser feliz junto a su mujer.
Y ahora es cuando la trama da un inesperado giro y comienza el drama, Shakespere in love levantando las cuerdas para poder entrar al cuadrilátero. Al igual que en Lionheart encontramos un grupo de ricachones locos por las peleas ilegales cuyo objetivo es que John Barrett sea la figura de sus demenciales obsesiones. Y estalla el drama. La mujer de Barrrett es asesinada de forma violenta. Y aquí llega el momento en el que se que nunca venceré al gran campeón. Durante más de veinte minutos nuestro hombre despliega sus mejores artes interpretativas: borracho, moribundo, botella en mano deambula por bares, pierde la forma, es vapuleado por mindundis que en su vida se atreverían a mirarle a los ojos. Sin mediar palabra, con barba de varios días y con su musculatura totalmente desganada gana enteros para mi nominación interpretativa: la desesperación, la agonía, el dolor por la pérdida. Todo aquello por lo que alguna vez hemos sufrido, está reflejado en los gestos, en los movimientos y en las perdidas miradas de John Barrett. Me estremezco tan solo con recordarlo.


¿Y cómo llegamos al último acto? John decide luchar, comienza el disparate amenizado por un villano que bordea el ridículo; sin embargo luce tal exageración que despierta alguna risa, mientras asisto a la esquina del ring. Y por supuesto, Michael Quissi reaparece como su último adversario, pero también como su único amigo. Por suerte queda el honor y la amistad. Seguiré entrenando, ese cinturón acabará siendo mío.