Las pelis con historias que discurren en la frontera entre México y USA tienen un encanto especial. Siempre me han gustado. Tanto si su historia se desarrolla enteramente en ella como si se utiliza como elemento dramático. Cruzarla es siempre un factor de peligro, algo espera al otro lado, en algunas ocasiones la libertad, en otras el amor. Depende del lado hacia donde se cruce, viviremos una huida tras un robo, o llegaremos, por fin, a la tierra donde nuestros sueños se harán realidad.
Un aroma a western y a su viejo universo siempre está: el Río Grande, prostíbulos de carretera, mariachis, el infernal calor del desierto, coyotes.
Mi próximo viaje será seguro a la frontera, huyendo como Robert Mitchum en Retorno al pasado. Siempre del amor de una mujer fatal, de una prostituta con corazón de princesa, o de una reina con mirada de puta. Mujeres infieles, bellas señoras que traen de cabeza a tipos como Kevin Costner en Revenge. Hermosas latinas de piel tostadas que enfrentan a viejos amigos, ahora enemigos, cada uno en un lado opuesto de la ley como PowersBoothe y Nick Nolte en Traición sin límite. Sacrificadas esposas que ayudan a viejos ladrones en su último gran atraco como a Steve Mcqueen en La huida.
Río abajo (On the Line, 1984) se enmarca dentro del género de amor fronterizo. Era un título que hacía tiempo quería descatalogar y sobre todo acercarme a él. Tiene una carátula lo suficientemente atractiva como para que llamase mi atención de pequeño y supone una rareza dentro del cine español de la época. Y está protagonizada, aparentemente, por David Carradine.
Y digo aparentemente, porqué a pesar de aparecer como principal protagonista, tan solo aparece en las dos primeras secuencias de la película y en la última. ¿Decepcionante? No ahora. Si hubiera visto la película de pequeño, con David Carradine como ese lobo solitario de Kung Fu o de Mcquade, si me habría sentido decepcionado. Viendo a Carradine nadando en un río con una pistola en la mano uno imagina que se enfrenta a un western moderno en el que la pólvora va a correr de lo lindo y en alguna secuencia se liará con Victoria Abril.
No es así. La cinta comienza con una secuencia nocturna, bellamente filmada, en la que Carradine transporta a un grupo de mexicanos a través de Río Grande con el objetivo de cruzar la frontera hacia USA. Y ese es el tema de la película. Carradine sigue empeñado en su ilegal tarea, y pronto descubrimos que tiene en un racista policía de la Border Police o Policía Fronteriza a su principal enemigo. Cuando parece que la película discurrirá sobre ese enfrentamiento, el personaje de Carradine desaparece y la trama gira entorno a la lucha del sobrino de este y alumno de la escuela de los BorderPolices y el citado policía machista por el amor de una prostituta encarnada por Victoria Abril.
Tras comprobar que no asistiremos a una cinta de acción, nos adentramos en el drama que viven aquellos que quieren cruzar la frontera a través de un triángulo amoroso con unos personajes totalmente perdidos, cada uno con sus miserias, atrapados en un marco geográfico y bajo unas leyes que intentan proteger y a la vez han de quebrar. José Luis Borau, que tardó cuatro años tras una larga lista de imprevistos y catástrofes, guía a través de la pasión de sus personajes, una trágica historia de amor que se desarrolla en sucias habitaciones de prostíbulos y en las nocturnas aguas del Río Grande.
Eso sí, David Carradine, regresa al final de la película, cuando el drama se tiñe de sangre y se avecina la implacable venganza de Victoria Abril.