Dance Into The Fire, That Fatal Kiss is All What We Need… cada vez que sonaba esa canción de Duran Duran sabía que James Bond iba a llegar al cine. En la tele nos visitaba de vez en cuando en la forma de Sean Connery, pero en los cines, al menos en la primera mitad de los ochenta era bajo la irónica sonrisa de Roger Moore. Y Roger bailaba dentro del fuego, esperando ese beso fatal, que era lo que necesitaba él tanto como yo. Ese beso   fatal llegaba a la pantalla en mil formas porque Roger quizás no hacía muchas cosas bien, pero esa la hacía muy bien. Dar besos fatales dentro o fuera del fuego.

Ayer falleció el mejor Bond de la historia, el primer Bond que muere y el único que ha sobrevivido al personaje. Cuando sonó  “A View to Kill” en el cine todo temblaba como si se fuera a caer abajo, es difícil olvidar un momento así. ¿Por qué es el mejor Bond de la historia? No lo sé, pero es el que yo he visto en los cines y no le dedicaré tiempo a compararlo con el resto de Bonds. Ahora toca hablar de Roger, de su magnetismo, su sonrisa, su refinamiento puramente londinense, su tímida forma de disparar, de sus mil y un dobles, todos diferentes a él; todos diferentes entre sí. Magia del montaje y de nuestro incondicional cariño por el personaje. Es increíble la facilidad con la que se pasa en sus pelis de un doble conduciendo, saltando, corriendo o esquiando, a Roger mirando fuera de campo, levantando la ceja o simplemente poniéndose bien el esmoquin. A la hora de besar y meterse en la cama con alguna de sus compañeras no había doble que valiese. Para eso estaba Roger.

Mi primer Bond en cine fue “Panorama para matar” (1985) y esa película contiene ya varios momentos inolvidables que mi mente nunca podrá borrar. El primero son esas mariposas volando en el restaurante de la Torre Eiffel y atacando mortalmente al acompañante de Bond, la posterior y disparatada persecución llena de dobles de Moore por París, y por último la secuencia de cama con Grace Jones. Porque Grace Jones me daba miedo de pequeño, no acababa de entender de que iba el asunto con ese maravilloso ser. Así que, cuando Grace entró en su habitación con Roger esperándola en la cama y ella se metió en la cama con él pensé: “Esto sí que es fuerte y no las persecuciones de antes”. Y está claro que algo así solamente lo podía hacer Roger Moore, porqué a él le gustaba bailar en el fuego.

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